La edificación o arquitectura bioclimática se adapta al lugar en el que se emplaza, mediante el uso de herramientas y recursos que garanticen una mayor sostenibilidad. La adecuada disposición, orientación y geometría de la edificación así como el uso de materiales propios de la zona garantiza el ahorro energético para obtener el confort térmico en el interior de los edificios.
En los últimos años se ha tendido a universalizar las tipologías arquitectónicas, construyendo de manera similar en distintas partes del mundo, quedando los edificio desvinculados del lugar, dando lugar a altos consumos energéticos.
Es necesario recuperar la arquitectura vernacular, la experiencia y tradición de cada lugar, para construir ciudades eficientes energéticamente, sostenibles.
Las características climáticas de cada zona dan lugar a tipologías arquitectónicas propias de cada ubicación geográfica, siendo un factor determinante en la definición de las herramientas de optimización del uso de recursos energéticos.
Se puede establecer una división en cuatro grupos climáticos de cara a establecer patrones a seguir en el diseño arquitectónico para conseguir la mayor eficiencia energética posible: clima cálido seco, clima cálido húmedo, clima templado y clima frío.